Pedro Salinas Serrano (Madrid, 27 de noviembre de 1891-Boston, 4 de diciembre de 1951). Escritor, filólogo, y profesor, como poeta forma parte de la Generación del 27.
Matriculado en Derecho, no concluye estos estudios, y dos años después inicia la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, doctorándose en 1917 con una tesis sobre ilustraciones del «Quijote».
Con 20 años, interesado en la poesía, busca una libertad formal en el ritmo y rima que le haría destacar entre sus contemporáneos, publicando en la revista «Prometeo» sus primeros versos. Publica su primer libro de poemas «Presagios» en 1924, y ya trasladado en Madrid, a finales de los años 20, trabaja en el Centro de Estudios Históricos junto a Ramón Menéndez Pidal. Desde 1933 fue director de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en Santander. Durante la guerra civil española, es invitado por el Wellesley College (Boston), donde dio clases hasta 1939, para luego pasar a la John Hopkins University de Baltimore. La obra de Pedro Salinas destaca, en general, por ser un intento de defender ls valores ideológicos más altos y desinteresados de la cultura europea anterior a la Segunda Guerra Mundial. Su honda humanidad nos lo presenta preocupado por descubrir en el lado oscuro de las cosas, aquello que las explica y nos ayuda, de paso, a encontrar nuestro propio camino.
Su obra poética está dividida tres etapas: inicial o de poesía pura, de plenitud o amorosa y del exilio: Primera etapa: «Presagios» (1924), «Seguro azar» (1928) y «Fábula y signo» (1931)
Segunda etapa: «La voz a ti debida» (1933), «Razón de amor» (1936), y «Largo lamento» (1939)
Tercera etapa: «El contemplado (1946)», «Todo más claro y otros poemas» (1949), y «Confianza», título póstumo y sugerido por su amigo Jorge Guillén de sus poemas recogidos durante 1942-1944 y 1955.
Nuestros alumnos Alejandro Guerra Barnes, José Ángel Carrasco Álvarez y Alexandre de Jesús Botello Dos Santos nos recitan Cero.
Cayó ciega. La soltó,la soltaron, a seis milmetros de altura, a las cuatro.¿Hay ojos que le distingana la tierra sus primoresdesde tan alto?¿Mundo Feliz? ¿Tramas, vidas,que se tejen, se destejen,mariposas, hombre, tigres,amándose y desamándose?No. Geometría . Abstractoscolores —sin habitantes,embuste liso— de atlas.Cientos de dedos del vientouna tras otra pasabanlas hojas—márgenes de nubes blancas—de las tierras de la tierra,vuelta cuaderno de mapas.Y a un mapa distante ¿quiénle tiene lástima? Lástimada una pompa de jabónirisada, que se quiebra;o en la arena de la playaun crujido, un caracolrotosin querer, con la pisada.Pero esa altura tan altaque ya no la quieren pájaros,le ciega al querer su causacon mil aires trasparentes.Invisibles se le vuelvenal mundo delgadas gracias:la azucena y sus estambres,colibríes y sus alas,las venas que van y vienen,en tierno azul dibujadas,por un pecho de doncella.¿Quién va a quererlassi no se las ve de cerca?Él hizo su obligación:lo que desde veinte esferasinstrumentos ordenaban,exactamente: soltarlaal momento justo.Nada.Al principiono vio casi nada. Unamancha, creciendo despacio,blanca, más blanca, ya cándida¿Arrebañados corderos?¿Vedijas, copos de lana?Eso sería...¡Qué peso se le quitaba!Eso sería: una imagenque regresa.
Pedro Salinas
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