Continuamos con las actividades del Día de las Escritoras. Son ahora los alumnos de 4ºA los que nos hablan de Cara de Pan de Sara Mesa y Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite.
Cara de Pan
Más o menos a la misma hora, el viejo reaparece. Ahora la niña piensa que ya no tiene gracia, se le ocurre la idea de que quizá la esté espiando. Sin embargo, la actitud del viejo es tan tímida y respetuosa como el día anterior. Lleva la misma ropa, la misma expresión de asombro y de pudor. Esta vez le pide permiso para sentarse un ratito. Lo hace a la distancia máxima que le permiten las dimensiones del refugio: entre la fila de setos y el árbol no debe de haber más de un par de metros. Con las piernas cruzadas, las manos colocadas sobre sus rodillas, la mira sonriente, respira hondo. ¿Hoy no lees?, pregunta, pero lo pregunta como podría haber preguntado cualquier otra cosa, piensa la niña, para romper el silencio. Ella saca de su mochila un libro, uno de los que le mandaron comprar en el instituto, y se lo tiende al viejo, que se inclina para recogerlo. ¿Te gusta?, pregunta él mientras lo hojea. Pse. Según. Me distrae. Él vuelve a sonreír. ¿Es que te aburres mucho o qué? No, dice ella. Y luego añade: lo normal, me aburro lo normal.
Cristian Llera nos habla de Cara de Pan
Primera parteSUEÑOS DE LIBERTADTampoco lo sabía Sara Allen, una niña pecosa de diez años que vivía con sus padres en el piso catorce de un bloque de viviendas bastante feo, Brooklyn adentro. Pero lo único que sabía es que en cuanto sus padres sacaban la bolsa negra de la basura, se lavaban los dientes y apagaban la luz, todas las luces del mundo le empezaban a ella a correr por dentro de la cabeza como una rueda de fuegos artificiales. Y a veces le daba miedo, porque le parecía que la fuerza aquella la levantaba en vilo de la cama y que iba a salir volando por la ventana sin poderlo evitar.